” La esperanza, es la carga mas pesada que un hombre puede cargar. Esa es la desgracia del idealista”
Firmado por: El Condicionado. Raimundo Arruda Sobrinho

domingo, 15 de diciembre de 2013

El cuchillo de José Dolores

   Queimada es una película de la que nunca había oido hablar. La compré porque Marlon Brando era uno de los protagonista y soy consecuente con mis debilidades. Fue una sorpresa desgarradora. Brando siempre tan ambiguo, tan crudo, tan insondable. Y frente a él, Evaristo Márquez, hermoso hombre, hermoso actor. Pero la película no es Brando o Márquez sino la metáfora que ambos representan tan magníficamente: el desencuentro humano, la ambición de las multinacionales, la cruda verdad de que las revoluciones latinoamericanas, de las que tan orgullosos estamos, fueron promovidas por el cambio de los mercados internacionales.
   También la historia del revolucionario muestra como los gestores de imperios no fueron, ni son, capaces de prever que una vez que los oprimidos entienden que la revolución es la única salida, con su escalofriante cuota de dolor y de muerte, ya no hay camino de vuelta. Las rebeliones pueden ahogarse en sangre pero siempre aparecerá un rebelde nuevo con su terrible cuchillo vengador.
   Sin embargo la película no habla de venganza sino de la conciencia que alcanza una población sojuzgada acerca del lugar que le ha sido asignado en la distribución del trabajo, sus beneficios y los derechos que le han sido negados, y la evolución de esa conciencia desde la mera resistencia individual a la rebelión colectiva en prosecución de la modificación del statu quo; ergo: la revolución. 
   En medio de esa propuesta conceptual se dan los detalles vívidos del ciclo de los individuos que simbolizan a ambos colectivos. El inglés, un empleado cínico, cuya maldad nunca queda totalmente desnuda porque no es solo suya, es la maldad de un sistema, impersonal, calculadora, distante, descomprometida con lo humano. Sin embargo lo humano lo alcanza, lo desorienta, lo deja en la cumbre áspera de la soledad y lo destruye. El esclavo, negro, por supuesto, que despierta a la complejidad de una cultura que le es ajena y que se transforma en un hombre autónomo, consciente de su condición y de sus posibilidades como herramienta de lucha, como líder, como jefe; y finalmente como símbolo que se legitima en el martirio.
   Queimada es una película que apareció antes de que fuera publicada "Las venas abiertas de América Latina". Y tiene con la obra de Galeano una serie de coincidencias estéticas y temáticas que ilustran el drama inacabable de los pueblos colonizados-descolonizados. De esas imágenes-metáforas, la más evidente es la cita visual de la niñez. Los niños arrastrando el cadáver de su padre ajusticiado por rebelde; José Dolores, el jefe revolucionario, levantando un bebé desnudo (los niños siempre están desnudos en la película) en la primera celebración de victoria; los soldados ingleses rescatando, o atrapando, un niño de la aldea incendiada en una de las escenas finales. Galeano señala en el prólogo de sus "Venas...": "(...)hay trecientos millones de niños en el ojo de la tormenta." después de asegurar que la única salida para A.L. será la violencia. 
   Para lo viejos que aún rescatamos la esencia de  la revolución cubana, su verde cogollo de promesas, y no olvidamos la belleza inimitable de los ojos del Che, Queimada desgarra con filosa uña nuestra inmensurable tristeza por los sueños no cumplidos, traicionados, pisoteados, olvidados. Y sopesamos nuestra ilusión de mejorar el mundo con palabras frente a la posibilidad de quedar, hieráticos y mudos como José Dolores, aceptando el castigo que sufren los rebeldes, para rebrotar, en algún lugar, como un cuchillo vengador y desnudo, justiciero... 

  Queimada es una película de Gillo Pontecorvo.

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