” La esperanza, es la carga mas pesada que un hombre puede cargar. Esa es la desgracia del idealista”
Firmado por: El Condicionado. Raimundo Arruda Sobrinho

viernes, 12 de abril de 2013


No hablemos de mí

   Vengo de un tiempo viejo. Soy una criatura formateada, valga la paradoja, en el siglo XX. Por eso tengo cierta rémora de pudor que ahora no se estila. Además, aún sin pudor, lo que hay en mi cabeza y en mi alma creo que son solo libros. Y paisajes.
   De eso quiero hablar: de paisajes. El Chaco es una provincia desvalorizada en cuanto a su imagen. Muchos chaqueños van a otros lugares y vuelven con los ojos en blanco alabando bellezas del mundo como si su propia provincia fuera un ámbito vacío, ya ni digamos feo, vacío.
   Respecto de esta cuestión, no se puede dejar de admirar y respetar a los santiagueños que son capaces de cantar (aunque suene anacrónico):

“¡Ay, mi Santiago querido,// yo añoro tu quebrachal!”

   Unos cuantos chaqueños menosprecian abiertamente su monte, su sol a rajatabla, el viento norte,  incluso a sus propios comprovincianos. Y los que aman al Chaco, en gran medida lo hacen desde el resentimiento y la resignación. Ver de ejemplo la lastimosa letra del Himno oficial de la provincia.
   Sin embargo hubo quienes  supieron expresar la esencia del Chaco desde la perspectiva de su rasgo distintivo y fueron capaces de decir, amorosamente y con apasionada ternura, lo que el Chaco tiene de maravilla y de poderoso.  Esos hombres fueron, naturalmente, sus poetas.
   Víctor Miguel Mercado alabó al apabullante paisaje de su tierra con un poema infinitamente bello: “Verde” . Y Adolfo Cristaldo dijo, con voz de exiliado, viendo las lunas de otros suelos:
”Miente quien dice la luna es una//
porque las lunas//
no son las mismas que he visto allá…”

Mario Nestoroff presentó su pago rimando: “Chaco es mi tierra al norte de mi patria”.
   Si, señores. Y tiene paisajes. Y tiene gente. Y tiene mucho más. Solo hay que ponerse a mirar. Algún día les contaré de ello.

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