” La esperanza, es la carga mas pesada que un hombre puede cargar. Esa es la desgracia del idealista”
Firmado por: El Condicionado. Raimundo Arruda Sobrinho

jueves, 23 de enero de 2014

Mapas


   Bajo efluvios de canícula, leemos. Y estudiamos con curiosidad y ternura los mapas que acompañan estas historias terribles, crudas, ingenuas hasta la torpeza. 
   Uno de los libros se escribió hace cuatro siglos; su autor, Antonio Ruiz de Montoya formó parte de la Compañía de Jesús y con ella vino a la región del guayrá y ayudó en la fundación y sostén de las Misiones Jesuíticas. 
   El libro se llama La conquista espiritual del Paraguay, y es un nombre tan ajustado y preciso que no deja sospechar la riqueza del contenido. Demonios hermosos como las vírgenes pintadas por los renacentistas que bajan a los pueblos con la intención de tentar a los esforzados misioneros y a los supersticiosos indios, variadas víboras, de magnífico tamaño y de increíble habilidad para la caza, asombrosos seres (vegetales y animales) descritos con detallada precisión, indios caníbales, indios convertidos, racismo inconsciente y explícito con la mayor simpleza, etnocentrismo desnudo, cómico si no fuera porque justificó el genocidio y la aculturación. 
   Otro libro leído en estos días tiene un largo nombre: Vida y trabajos en el Alto Paraná en 1914, constituye básicamente un informe, el informe que el Inspector José Elías Niklison elaboró para el gobierno de Agustín P. Justo. 
   Las observaciones de Niklison se realizaron en el mismo territorio donde Montoya vivió su aventura pero tres siglos después y tiene su origen en la sospecha de que en los obrajes y yerbatales de la región de las misiones (Alto Paraná) se cometían terribles abusos sobre la población obrera. La conclusión de Niklison está impregnada de la misma terrible mirada etnocéntrica de Montoya: los obreros del Alto Paraná viven muy mal pero tienen en ello un alto grado de culpa: no son capaces de pensar en el futuro, son indisciplinados, primitivos, derrochadores, inconscientes, incapaces de poner en práctica objetivos de progreso. Los patrones, generalmente, no los maltratan, solo exigen que los peones respeten el contrato que se establece en el momento del conchabo. 
   En este caso, aunque la mirada es objetiva, Niklison nunca se deja segar  por el sentimentalismo, el lector actual no puede dejar de sentir indignación: la justificación jurídica de la explotación es tan inhumana que ni siquiera los niños escapan a la fría objetividad del observador. 
   Las escalofriantes verdades que ambos libros ilustran de manera tan inconsciente (el profundo sentimiento de la desigualdad entre los hombres y la legitimación de la injusticia que determina la aculturación y la explotación impiadosas) se suavizan poéticamente con los mapas que acompañan a ambas obras. Son mapas antiguos, con angelitos gordos sosteniendo el título, con selvas y sierras dibujadas al detalle, con los meandros y las curvas de los ríos enrulándose bajo el trazo de tinta. Es lo único bondadoso de estos libros terribles que ilustran sin ambages un modelo de humanidad en el que hasta los tigres distinguen a los humanos inferiores: "[El tigre] Busca la peor carne, y si hay español y negro y indio, embiste con el negro, y si negros solos, con el más viejo o de mal olor." (Introducción -Cap III: De algunos animales, pág. 53 La conquista.....


Ruiz de Montoya, Antonio: La conquista espiritual del Paraguay Equipo Difusor de Est. de Hist. Iberoamericana Rosario 1989 
Niklison,José Elías: Vida y trabajos en el Alto Paraná en 1914 Ediciones Al Margen, 2009

2 comentarios:

  1. El problema es que la escena se repite aún hoy (tanto en ciertas regiones de Ámerica como en los otros mundos que no quedan allí). O podríamos decir que las escenas se asimilan o asemejan. Creo que acabo de leer un texto rotundo, que hermana realidades casi planetarias. Un análisis práctico del hombre, podría decir también, independientemente de su geografía.
    ¿Le llamaremos la condición humana?

    En otro orden de cosas me parece muy válida la opción "segar", porque uno pensaría en "cegar" según transcurre el texto. Pero "segar" es otra condición del hombre mismo y de su inquietud por la verdad.

    Excelente. Y comparto sin dudar.

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    1. Estimado Gavrí: la siega del hombre a manos del hombre nos ha legado un mundo cegado, con grandes dificultades para ver la destrucción interminable. Tal vez por eso no debemos callar; aunque sea en estas melancólicas páginas diremos algo de lo mucho que hay para decir.

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