” La esperanza, es la carga mas pesada que un hombre puede cargar. Esa es la desgracia del idealista”
Firmado por: El Condicionado. Raimundo Arruda Sobrinho

domingo, 16 de febrero de 2014

Ruge el topo

   Venezuela, la nodriza de América Latina, ruge y sangra. ¿Cuánto durará? ¿Cuán más alto será el costo, de por sí invaluable? ¿Qué quedará cuando acabe el sacrílego ritual de un pueblo ofrendado a los dioses de Utopía?
   Así como los países del cono sur cerraron su ciclo de intentos de autonomización económica en la segunda mitad del siglo XX bajo la demoledora escoba de los gobiernos de facto militares y la eficiente barredora del Plan Cóndor, parecería que los países septentrionales de América del Sur están ahora en el proceso convulsivo que cierra la Utopía de la transformación socialista y democrática frustrada por las mismas soterradas (y no tanto ) fuerzas que organizan el mundo en dos polos irreconciliables. 
   Estos polos se enfrentan a estas horas en las calles de Venezuela, amasando con sangre una espesa mezcla de odios y desavenencias en la que apenas se perfila la razón de la sin razón. Nada nos da derecho a juzgar un país y un pueblo que apenas si conocemos por algunos de sus poetas y por ende no podemos, ni debemos tratar de tomar posición respecto de uno u otro bando. 
   Más bien, siempre sabemos que detrás de dos latinoamericanos que luchan entre sí hay fuerzas espurias, poderes ajenos, intereses de los dueños del mundo, malignos dedos imperialistas que mueven sus marionetas por sobre las cabezas enardecidas de los combatientes. Y no es este un caso de excepción.
   Los procesos socio-políticos que ha vivido Venezuela, así como países vecinos (siempre en A.L. los procesos son regionales, como ya señalábamos al recordar las resistencias armadas en el cono sur), tienen como marca distintiva elementos comunes con sus vecinos:
        -el empobrecimiento y la caída en picada de las posibilidades vitales y culturales de la población, sobre todo de la población joven que ve acotado su futuro por la pobreza, la violencia y la inseguridad;
       -el gobierno a cargo de dictaduras con fachada democrática socialista y esencia fascista;
       -la amenaza opresiva y /o la infección social y económica del narcotráfico y la narcocultura;
     -la existencia de algún recurso energético o alimentario (petróleo/tierras/agua) que estimula la salivación pulsional de los imperios.
   Este conjunto de rasgos actúa sobre los pueblos como un chaleco de cuero fresco. Tomamos la imagen de un cuento de Roberto J. Payró: el cuero fresco arropando el torso de un hombre en un principio sabe fresco y blanco, pero pronto, entre el calor del cuerpo y la resolana del exterior, el cuero comienza a secarse, a ponerse duro, rígido, e intolerablemente opresivo. Puede llegar a ser tan opresivo que la vida se hace imposible o se convierte en insoportable.
   Fenómenos como este lo han vivido los países africanos, por lo que ya se suele enunciar la vivencia latinoamericana como una africanización. Los latinoamericanos tienen, a pesar de los quinientos años de depredación, una gran capacidad de resiliencia. Se rebelan. Lo vuelven a intentar.
   A punto tal que hace un tiempo atrás recuerdo haber leído de manera fragmentaria pero con esperanza un libro de Emir Sader: El nuevo topo -Los caminos de la izquierda latinoamericana-, y que mirando con áspero deja vú los sucesos de  Venezuela apareció, chisporroteando, tapando las crudas imágenes, las incongruencias del ciclo siempre repetido de los jóvenes inmolándose por un mundo que nunca será mejor que éste que tenemos, el recuerdo de esa lectura.
   La lucha de los pueblos latinoamericanos nunca dejará de abrevar en la izquierda. Y eso da para otra charla. Y esa lucha, y en esto coincidimos con Sader, siempre es soterrada, por vocación, por necesidad, por seguridad y por poesía política. Como el topo, ciego y oscuro, tierno animalito de pelo duro cavador de túneles que lo llevan a los lugares de la comida, del abrigo y del amor, el pueblo de los países latinoamericanos construye, por debajo del sistema oficial su mañana, su rebelión, acaso la última revolución.
   En Venezuela el topo viene joven, con el grito al viento: en Venezuela, aunque la historia siempre vuelva sobre sus pasos, el topo ruge.

Tropas del gobierno marchando por Caracas durante la Revolución Libertadora 1902
La imagen ha sido tomada de la web. Derechos Públicos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario